Por. Mag. Milagros Muschietti Piana

Hablar con fluidez en una lengua extranjera no es solo una cuestión de dominar vocabulario y estructuras gramaticales. Conversar implica mucho más: interpretar señales culturales, enfatizar ideas, gestionar turnos de palabra, reformular ideas y adaptarse a distintos registros. A menudo, los estudiantes avanzados intentan trasladar automáticamente las estrategias de su lengua materna a la segunda lengua, pero esto no siempre funciona. Cada idioma tiene sus propias normas conversacionales, y parte del desafío en el aula es ayudar a los estudiantes a descubrirlas y aplicarlas.
Por lo tanto, un curso de conversación no puede reducirse a proponer temas interesantes y dejar que los estudiantes hablen. Para que realmente desarrollen su competencia comunicativa, es fundamental programar el curso con objetivos claros. ¿Qué habilidades necesitan reforzar? ¿Cómo se puede equilibrar fluidez y precisión? ¿Qué estrategias conversacionales deben incorporar? Además de los temas de discusión, es imprescindible trabajar habilidades discursivas como narrar, argumentar, matizar opiniones o gestionar la cortesía en distintos contextos.
El rol del profesor en este tipo de cursos va más allá de moderar la conversación o corregir errores. Es un facilitador que diseña actividades dinámicas, genera un ambiente de confianza y guía a los estudiantes en el uso de estrategias comunicativas. Debe saber cuándo intervenir para enriquecer la interacción sin interrumpirla, y cómo proporcionar retroalimentación sin frenar la espontaneidad del habla.
Otro aspecto central en estos cursos es el manejo de la clase. No basta con plantear preguntas abiertas y esperar que todos participen. Es importante variar las dinámicas: debates en pequeños grupos, simulaciones de situaciones reales, juegos de rol o incluso el análisis de modelos conversacionales a partir de insumos auténticos. También es útil entrenar estrategias para afrontar bloqueos en la conversación, como reformular ideas o usar circunloquios cuando falta una palabra.
Por último, evaluar la conversación puede ser un reto, ya que no se trata solo de corregir errores gramaticales. Hay que considerar aspectos como la fluidez, la adecuación al contexto, la capacidad de interactuar y negociar significados o el uso de estrategias para mantener la conversación. En lugar de exámenes tradicionales, pueden utilizarse grabaciones de interacciones, rúbricas de desempeño o autoevaluaciones donde los propios estudiantes reflexionen sobre su progreso.
¿Qué hacen ustedes en sus clases para conctruir conversaciones? ¿Y en un curso de conversación?
Tengo algunos disparadores:
1. Lo mejor y lo peor de la semana que quieran compartir
2. ¿Qué hiciste por tu español desde la última vez que nos vimos?
3, Trabajo con fotos del teléfono. Nos mandamos fotos y el otro tiene que adivinar qué hicimos.